MUJER Y ESTRÉS

  • Autor: 
  • Mar Ruiz
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La naturaleza ha destinado tanto al rol masculino como al femenino la capacidad de buscar el sustento para la familia. Tanto en labores de caza como de agricultura, la diferenciación de sexos a la hora de trabajar, y a excepción de los periodos de embarazo y lactancia, no se ha dado mayormente en el pasado y siempre se ha compartido el trabajo en todas las sociedades. Ha habido alguna leve diferencia en actividades que requerían salir de las lindes de las poblaciones, como llevar el ganado a pastar o ir a cazar a la jungla, en ese caso la mujer ha quedado en la aldea moliendo el grano para el pan o batiendo leche para los quesos por nombrar un par de ejemplos. Sin embargo el rol de la mujer cambia con la revolución industrial, a comienzos del siglo XIX comenzó a verse el trabajo como una desviación de la función que se consideraba adecuada para la mujer, el ser madre y esposa, es por esto que las mujeres abandonaban sus trabajos cuando contraían matrimonio o al nacer su primer hijo. Más tarde con la reincorporación de la mujer al trabajo a mediados del s XX, se demuestra otra vez la versatilidad del rol femenino para ser esposa, madre, cuidadora, trabajar fuera y proporcionar equilibrio emocional a la familia.

Mujer estrés

Esta versatilidad en la mujer trabajadora tiene un precio. El cansancio, la ansiedad y el estrés se hacen con las riendas de nuestras vidas, y en vez de llevar nosotras el bólido de nuestro leve paso por este mundo, lo dejamos en manos de nuestras pasiones o lo que es peor en manos de otros. Asumimos responsabilidades que no nos pertenecen y eso conduce a la infelicidad. Si descartamos la demanda natural del cuidado de la familia, hay otras exigencias del medio que no deberíamos aceptar por una mera cuestión de salud mental y física. Lo habitual cuando un hombre llega a su casa después de trabajar es que se relaje y sus niveles de estrés bajen, sin embargo cuando una mujer llega a su casa después de trabajar, sus niveles de estrés aumentan pues a la carga emocional que pueda traer de su trabajo se suma la carga de supervisar deberes de los niños, preparar cenas, baños o cuidado de familiares ancianos, hay salvedades pero lo normal es que la mujer, fuerte por naturaleza, haga todas estas labores. Otras fuentes importantes de ansiedad son una separación o divorcio, la muerte de un ser querido o una mudanza. En cualquier caso todas estas situaciones nos llevan al límite de nuestra capacidad de aguante y como si se tratara del pitorro de una olla exprés, cuando nos lo quitan, salta un chorro de emocionalidad lleno de improperios en el mejor de los casos porque en el peor provoca una úlcera de estómago, enfermedades oncológicas o una desconexión total de la realidad para vivir en la neurosis.

mujer relax

 

Es entonces cuando premisas para el bienestar como la paz interior, el leer en tu sillón favorito o el tranquilo charlar de las vicisitudes del día a día con la familia se convierte en un sprint donde queda poco tiempo para el disfrute. Estudios científicos han demostrado que cuando un hombre está bajo los efectos del estrés se hace más consciente de sus propias necesidades, sin embargo una mujer estresada está mucho más pendiente de las necesidades de los demás; su lista de prioridades está llena de cosas que hacer por los colegas, clientes, familia, pero ¿quién está al final de la lista?, ella. La diferencia de reacciones entre hombre y mujer ante estímulos estresantes tiene que ver con las hormonas oxitocina y testosterona, pero más allá de la cuestión biológica, la regeneración necesaria para que el estrés no haga estragos pasa por un entrenamiento previo que fortalezca el sentido del yo, una identidad propia que nos conduzca a tomar decisiones sobre lo que nos hace bien y lo que hace bien a nuestro entorno y por último una constante intervención para no dejarnos “secuestrar” por nuestras hormonas, es decir, tomar conciencia, vivir plenamente el aquí y el ahora para darnos cuenta de lo que está pasando y gestionarlo. Una vez entrenada, esta actitud se refleja también en lo laboral, se empieza a manejar mejor lo prioritario y lo urgente y se trabaja desde una perspectiva más equilibrada. El aprendizaje y práctica de técnicas de relajación y estrategias para aumentar el poder interior, se convierten hoy en día en algo esencial para poder afrontar la vorágine de cambios que nos rodean.

 

Después de 30 años trabajando en ambientes de alto estrés, emergencias, tensiones y a veces hasta viendo “cuchillos volar entre despachos”, he aprendido que una actitud calmada y serena no sólo es indispensable, sino que además transforma el ambiente alrededor. Saber controlar las emociones para que no acabemos desquiciados ante las presiones de lo cotidiano es un trabajo intenso, pero todo camino empieza por un primer paso. Técnicas de gestión emocional, yoga, meditación y la guía de un coach pueden resultar de gran utilidad cuando nos sentimos desbordadas.

En nuestro curso de otoño EL ARTE DE VIVIR SIN ESTRÉS os daremos éstas valiosas herramientas para empezar a utilizarlas inmediatamente; poco a poco ganarás pericia en su uso y se integrarán en tu vida formando parte de tus habilidades para moverte con buen ritmo, pero sin ansiedad, en estos momentos de cambio. Para transmutar tus pesadas cargas en AMOR, esa es la verdadera alquimia de convertir el "plomo en oro".

 

 

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