Siguiendo las disciplinas que intervienen en la técnica de ARMOENERGÍA, como es el Feng Shui y la Bioenergía, aplicamos la cura mística del entorno que nos rodea, denominada “yi”, con la que tratamos de mejorar el “chi” (energía) del lugar. El “yi” en Feng Shui está en estrecha relación con la mente y con las sensaciones en nuestra relación con el entorno.
Lo mismo que cada uno de nosotros tiene un aura o campo aúrico que nos protege, las casas poseen un aura ectoplásmica, donde se van grabando las experiencias positivas y negativas vividas en ese lugar. Por eso, las discusiones en una casa o lugar de trabajo se producen casi siempre en torno al mismo tema. Si nos enfadamos, esa energía queda registrada de nuevo en el lugar y así puede ocurrir durante mucho tiempo.
Nuestro hogar es una extensión de nuestro yo. Cada vez que hacemos una armonización energética, la vida de las personas que habitan el lugar se depura. La casa puede transformarse en un oasis de paz, atraer el amor y la claridad del universo, y ser foco de difusión de estas calidades por el mundo.
Debemos armonizar la energía de los espacios porque ésta puede adulterarse, ensuciarse, y ello influirá en la salud y el bienestar de las personas que habitan en el lugar.